Diferencia entre revisiones de «Objetivismo y preocupación social. Masa y élite»

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según [[Ortega]], son dos las tendencias lejanas en Europa, el atraso científico y el hábito visceral. Para corregir ambas tendencias Ortega propuso la disciplina del objetivismo, pues en su opinión para superar la situación de atraso social político técnico y cultural en la que estaba sumido el país era necesario que las actitudes intelectuales europeas acabarán en realizándose en España. En efecto, pensaba que el proceso de decadencia de España era debido sobre todo a su atraso científico. España es un problema faltasen injusta desigualdad hacen necesaria la modernización, España representa el modelo subjetivo de pensar. El hábito visceral de los Peñoles es alabar contradecir con los serbios, sin racionalidad y hábito crítico. La solución para España es objetivismo. Para la objetivismo es preciso desarrollar una serie de actitudes. Por un lado de un método y por otro actitud crítica y nacionalismo. A través estas medidas a España su locura y el subjetivismo que parecía tan gravemente. La falta de rigor y el método nos conduce discusiones estériles, por lo que es preciso determinar adecuadamente las reglas que han de regirlas. La falta de actitud crítica lleva a pensar con las vísceras se mete con la cabeza. El tercer ingrediente necesario para encauzar la disciplina intelectual es el racionalismo, que no es propiedad exclusiva de los europeos, puesto que puede hallarse en cualquier otro pueblo o cultura. Veces nuestras actitudes teóricas de los seres humanos reconstruimos las cosas en el pensamiento. Para ello es imprescindible tomar distancia respecto de las cosas, situarse en un punto de vista adecuado, para lo cual conviene considerar las cosas de manera objetiva. Por otro lado cuando los seres humanos se distancien de la excelencia comenzó un proceso de decadencia social. Cuando la masa deja de querer ser y cuando cada uno de sus miembros dejándose llevar por la envidia ambiciona arrebatar el poder a quienes están por encima de ellos, la sociedad irremediablemente a cabo por destruirse. Ahora bien conviene no confundir de los conceptos de élite y masa con los de ricos y pobres y en septiembre como consecuencia de una buena siembra. En efecto, la verdadera revolución es consecuencia de la educación. Según Ortega, cuando aparece alguien con un nivel intelectual superior en normal, en lugar de mirarlo, se nota ya de soberbio aduciendo que hace sobresalir ignorancia del resto de la población. Para Ortega, lo realmente importante es idealizar esas personas ilegítimas. Rabin, no conviene dudar del estado de gozar de la legitimidad que se deriva de su aceptación por parte de la masa. El hombre más sano es una clase social, sino un espíritu de que había que puede ser libremente optar por cualquier persona. El hombre más está satisfecho con lo que es señala cualquier esfuerzo personal actuar a conocer a saber se acomoda a sus circunstancias y echa la culpa de todo de sus problemas. El hombre élites y organizar su vida se exige asimismo con el fin de mejorar de realizar lo que su proyecto vital. Se utiliza su excelencia para la mejora de la sociedad en su conjunto
Según [[Ortega]], son dos las tendencias que alejan a España de Europa, el atraso científico y el hábito visceral. Para corregir ambas tendencias, Ortega propuso la disciplina del objetivismo, pues en su opinión para superar la situación de atraso social, político, técnico y cultural en la que estaba sumido el país, era necesario que las actitudes intelectuales europeas acabarán enraizándose en España. En efecto, pensaba que el proceso de decadencia de España era debido sobre todo a su atraso científico. España es un problema, su atraso y su injusta desigualdad hacen necesaria la modernización, España representa el modo subjetivo de pensar. El hábito visceral de los españoles es alabar o contradecir con los nervios, sin racionalidad y hábito crítico.  
 
La solución para España es objetivismo. Para la objetivismo es preciso desarrollar una serie de aptitudes. Por un lado, rigor y método, y por otro, actitud crítica y racionalismo. A través estas medidas a España su se le curaría el subjetivismo que padecía tan gravemente. La falta de rigor y el método nos conduce discusiones estériles, por lo que es preciso determinar adecuadamente las reglas que han de regirlas. La falta de actitud crítica lleva a pensar con las vísceras en vez de con la cabeza. El tercer ingrediente necesario para encauzar la disciplina intelectual es el racionalismo, que no es propiedad exclusiva de los europeos, puesto que puede hallarse en cualquier otro pueblo o cultura. Gracias a nuestras aptitudes teóricas, los seres humanos reconstruimos las cosas en el pensamiento. Para ello es imprescindible tomar distancia respecto de las cosas, situarse en un punto de vista adecuado, para lo cual conviene considerar las cosas de manera objetiva. Por otro lado cuando los seres humanos se distancian de la excelencia comienza un proceso de decadencia social. Cuando la masa deja de querer serlo y cuando cada uno de sus miembros, dejándose llevar por la envidia, ambiciona arrebatar el poder a quienes están por encima de ellos, la sociedad irremediablemente acaba por destruirse. Ahora bien, conviene no confundir de los conceptos de élite y masa con los de ricos y pobres. Todo ello se obtiene como consecuencia de una buena siembra. En efecto, la verdadera revolución es consecuencia de la educación. Según Ortega, cuando aparece alguien con un nivel intelectual superior al normal, en lugar de admirarlo, se lo tacha de soberbio, aduciendo que hace sobresalir la ignorancia del resto de la población. Para Ortega, lo realmente importante es identificar a esas personas y elegirlas. Ahora bien, no conviene dudar que el estado ha de gozar de la legitimidad que se deriva de su aceptación por parte de la masa. El hombre masa no es una clase social, sino una actitud ante la vida que puede ser libremente adoptada por cualquier persona. El hombre masa está satisfecho con lo que es, se niega a cualquier esfuerzo personal, a actuar, a conocer, a saber, se acomoda a sus circunstancias y echa la culpa a todo de sus problemas. El hombre élite desea organizar su vida, se exige a si mismo con el fin de mejorar, de realizar lo que su proyecto vital. Desea utilizar su excelencia para la mejora de la sociedad en su conjunto.

Revisión actual del 16:52 26 dic 2012

Según Ortega, son dos las tendencias que alejan a España de Europa, el atraso científico y el hábito visceral. Para corregir ambas tendencias, Ortega propuso la disciplina del objetivismo, pues en su opinión para superar la situación de atraso social, político, técnico y cultural en la que estaba sumido el país, era necesario que las actitudes intelectuales europeas acabarán enraizándose en España. En efecto, pensaba que el proceso de decadencia de España era debido sobre todo a su atraso científico. España es un problema, su atraso y su injusta desigualdad hacen necesaria la modernización, España representa el modo subjetivo de pensar. El hábito visceral de los españoles es alabar o contradecir con los nervios, sin racionalidad y hábito crítico.

La solución para España es objetivismo. Para la objetivismo es preciso desarrollar una serie de aptitudes. Por un lado, rigor y método, y por otro, actitud crítica y racionalismo. A través estas medidas a España su se le curaría el subjetivismo que padecía tan gravemente. La falta de rigor y el método nos conduce discusiones estériles, por lo que es preciso determinar adecuadamente las reglas que han de regirlas. La falta de actitud crítica lleva a pensar con las vísceras en vez de con la cabeza. El tercer ingrediente necesario para encauzar la disciplina intelectual es el racionalismo, que no es propiedad exclusiva de los europeos, puesto que puede hallarse en cualquier otro pueblo o cultura. Gracias a nuestras aptitudes teóricas, los seres humanos reconstruimos las cosas en el pensamiento. Para ello es imprescindible tomar distancia respecto de las cosas, situarse en un punto de vista adecuado, para lo cual conviene considerar las cosas de manera objetiva. Por otro lado cuando los seres humanos se distancian de la excelencia comienza un proceso de decadencia social. Cuando la masa deja de querer serlo y cuando cada uno de sus miembros, dejándose llevar por la envidia, ambiciona arrebatar el poder a quienes están por encima de ellos, la sociedad irremediablemente acaba por destruirse. Ahora bien, conviene no confundir de los conceptos de élite y masa con los de ricos y pobres. Todo ello se obtiene como consecuencia de una buena siembra. En efecto, la verdadera revolución es consecuencia de la educación. Según Ortega, cuando aparece alguien con un nivel intelectual superior al normal, en lugar de admirarlo, se lo tacha de soberbio, aduciendo que hace sobresalir la ignorancia del resto de la población. Para Ortega, lo realmente importante es identificar a esas personas y elegirlas. Ahora bien, no conviene dudar que el estado ha de gozar de la legitimidad que se deriva de su aceptación por parte de la masa. El hombre masa no es una clase social, sino una actitud ante la vida que puede ser libremente adoptada por cualquier persona. El hombre masa está satisfecho con lo que es, se niega a cualquier esfuerzo personal, a actuar, a conocer, a saber, se acomoda a sus circunstancias y echa la culpa a todo de sus problemas. El hombre élite desea organizar su vida, se exige a si mismo con el fin de mejorar, de realizar lo que su proyecto vital. Desea utilizar su excelencia para la mejora de la sociedad en su conjunto.