Objetivismo y preocupación social. Masa y élite
Según Ortega, son dos las tendencias que alejan a España de Europa, el atraso científico y el hábito visceral. Para corregir ambas tendencias, Ortega propuso la disciplina del objetivismo, pues en su opinión para superar la situación de atraso social, político, técnico y cultural en la que estaba sumido el país, era necesario que las actitudes intelectuales europeas acabarán enraizándose en España. En efecto, pensaba que el proceso de decadencia de España era debido sobre todo a su atraso científico. España es un problema, su atraso y su injusta desigualdad hacen necesaria la modernización, España representa el modo subjetivo de pensar. El hábito visceral de los españoles es alabar o contradecir con los nervios, sin racionalidad y hábito crítico.
La solución para España es objetivismo. Para la objetivismo es preciso desarrollar una serie de aptitudes. Por un lado, rigor y método, y por otro, actitud crítica y racionalismo. A través estas medidas a España su se le curaría el subjetivismo que padecía tan gravemente. La falta de rigor y el método nos conduce discusiones estériles, por lo que es preciso determinar adecuadamente las reglas que han de regirlas. La falta de actitud crítica lleva a pensar con las vísceras en vez de con la cabeza. El tercer ingrediente necesario para encauzar la disciplina intelectual es el racionalismo, que no es propiedad exclusiva de los europeos, puesto que puede hallarse en cualquier otro pueblo o cultura. Gracias a nuestras aptitudes teóricas, los seres humanos reconstruimos las cosas en el pensamiento. Para ello es imprescindible tomar distancia respecto de las cosas, situarse en un punto de vista adecuado, para lo cual conviene considerar las cosas de manera objetiva. Por otro lado cuando los seres humanos se distancian de la excelencia comienza un proceso de decadencia social. Cuando la masa deja de querer serlo y cuando cada uno de sus miembros, dejándose llevar por la envidia, ambiciona arrebatar el poder a quienes están por encima de ellos, la sociedad irremediablemente acaba por destruirse. Ahora bien, conviene no confundir de los conceptos de élite y masa con los de ricos y pobres. Todo ello se obtiene como consecuencia de una buena siembra. En efecto, la verdadera revolución es consecuencia de la educación. Según Ortega, cuando aparece alguien con un nivel intelectual superior al normal, en lugar de admirarlo, se lo tacha de soberbio, aduciendo que hace sobresalir la ignorancia del resto de la población. Para Ortega, lo realmente importante es identificar a esas personas y elegirlas. Ahora bien, no conviene dudar que el estado ha de gozar de la legitimidad que se deriva de su aceptación por parte de la masa. El hombre masa no es una clase social, sino una actitud ante la vida que puede ser libremente adoptada por cualquier persona. El hombre masa está satisfecho con lo que es, se niega a cualquier esfuerzo personal, a actuar, a conocer, a saber, se acomoda a sus circunstancias y echa la culpa a todo de sus problemas. El hombre élite desea organizar su vida, se exige a si mismo con el fin de mejorar, de realizar lo que su proyecto vital. Desea utilizar su excelencia para la mejora de la sociedad en su conjunto.