Prueba Lengua 2012

De Portfolio Academico

Examen de lengua de la Prueba de Grado Superior 2012

Hijos en propiedad

"¿Qué tal el colegio?", le preguntas al hijo de algún conocido. Y entonces, antes de que ese niño logre vencer su barrera de timidez y contestarte, hay una madre o un padre que responde: "Pues estamos muy contentos porque íbamos un poco flojillos en matemáticas, pero, como nos hemos esforzado, al final, lo hemos sacado. Así que estamos la mar de contentos". Soy muy sensible a la ñoñería, cuando escucho ese plural maldito somatizo la gran incomodidad que siento y noto que parpadeo demasiado por no saber bien adónde mirar para escapar de la vergüencilla ajena. Es curioso, ese plural se empleaba cuando los niños eran muy chicos y no sabían expresarse, y bien estaba que así fuera: era una manera de que los niños aprendieran cómo responder a las preguntas de los desconocidos. Lo tremendo es que ahora ese plural que convierte a un hijo en un mero apéndice de sus padres se prolonga en algunos casos incluso cuando la criatura ha comenzado la universidad. Los hijos se acomodan a no responder y dejan que sean esos padres inefables los que respondan por ellos. Hay padres que se consideran la mejor influencia para sus hijos. Eso siempre me intriga. ¿En ningún momento se plantean que someter a sus hijos al contraste de otras formas de pensar o de vida no es peligroso sino enriquecedor? Cuando yo era niña, era más fácil que hoy disfrutar de zonas de independencia: la calle, el colegio o los familiares te permitían ir construyendo tu personalidad de manera poliédrica. Si bien en España no es legal educar a los niños en casa, como gustan hacer algunos padres fanáticos americanos que no permiten que sus crías respiren el aire del mundo, sí que se ha impuesto en algunas familias el miedo al contagio. Al contagio de otros seres diferentes. Terror a que los niños reciban en la escuela unas ideas opuestas al adoctrinamiento casero. O simplemente el temor a que sean informados. Me gustaría saber cuántos de esos padres que se echaron las manos a la cabeza por una asignatura escolar, educación para la ciudadanía, permiten que a sus hijos les eduque un reality show, que también contiene un gran principio de educación para la ciudadanía: aquel que defiende que la manera más rápida de ganar dinero consiste en salir haciendo el zángano en la televisión. Me puedo imaginar que para algunos padres debe de ser duro aceptar que ellos no son la mejor influencia sobre la tierra para sus hijos, o, al menos, que no debería ser la única. Pero los padres respondemos a una maquinaria que se oxida pronto: de niños, los hijos nos admiran; de adolescentes, nos cuestionan; de adultos, nos toman cariño y nos llevan la contraria. Y qué tranquilizador es que nos discutan sin amargura, sin resentimiento, que sepan que el amor es incondicional y que pueden defender su propio criterio. Cuando así sucede, la relación se vuelve tan dulce como cuando eran niños.

ELVIRA LINDO

Cuestiones:

  1. Determina el tema del texto (1 p.)
  2. Señala (1 p.)
    • La tipología textual (modalidad discursiva)
    • El ámbito de uso
    • El género textual
  3. Teniendo en cuenta el contexto señala, al menos, un sinónimo de las palabras destacadas en negrita. (1 p.)
    • Ñoñería
    • Se acomodan
    • Fanáticos
    • Adoctrinamiento
    • Resentimiento
  4. Escribe, al menos, un ejemplo extraído del texto de (1 p.):
    • Extranjerismo
    • Metáfora
    • Diminutivo
    • Comparación
  5. Señala la persona, el tiempo, el modo y la voz de las formas verbales subrayadas en el texto: (1 p.)
    • responde
    • estaba
    • ha comenzado
    • gustaría
  6. Explica en veinte líneas tu opinión sobre las relaciones actuales entre padres e hijos (5 p.)