Felicidad y posesión de Dios
El criterio de felicidad de Agustín no consiste en alcanzar bienes temporales ni satisfacer pasiones, tampoco consiste en un placer o contento estable, moderado y razonable, como defendían los epicureos. Todas esas son felicidades efímeras, incapaces de satisfacer al ser humano. La verdadera felicidad se encuentra únicamente en la posesión de la verdad completa. La felicidad que busca Agustín es la medida absoluta de todas las verdades posibles. Esta suprema medida es y solo puede ser Dios. Conocerlo y poseerlo brinda felicidad al ser humano. Solo el sabio es feliz ya que es conocedor de la verdad, y nadie puede ser feliz si no desea la verdad. Los bienes indestructibles hacen felices a los hombres. El Bien Supremo no se extingue permanece invariable. Dios es lo mas permanente. La sabiduría es el camino hacia la felicidad, pero la felicidad implica serenidad interior, armonía de pasiones, desarrollo de la virtud. Para el desarrollo de la virtud seria indispensable la moderación, la medida y el seguimiento de las normas. La autentica felicidad no puede consistir en el goce de uno mismo, la búsqueda de placer y la autosatisfacción. La persona rica puede ser feliz pero no lo sera si le falta seguridad y sabiduría, que son bienes permanentes. Tampoco debemos olvidar el alimento del alma, que es el conocimiento, el pensamiento, la imaginación. Si tenemos valores permanentes, criterios de felicidad permanentes, viviremos sin temor a perderlos. Sin embargo, si basamos nuestra vida en bienes materiales y efímeros viviremos con el temor a perderlos. Finalmente acaba diciendo que si deseamos y conseguimos cosas buenas en si mismas seremos felices, si deseamos males seremos desgraciados. Como conclusión, para San Agustín, la felicidad consiste en poseer a Dios, y vivir como el quiere. Dios es lo mas permanente y seguro de todo y sabio es el que lo conoce y lo posee.