El tema de nuestro tiempo: la superación del racionalismo
Según el racionalismo filosófico tradicional, la verdad es absoluta e invariable, de tal forma que sólo la razón humana es capaz de comprenderla. El racionalismo abría un abismo entre la vida concreta del ser humano y su actividad racional. Para Ortega, la razón abstracta y atemporal no es capaz de percibir la realidad completa de la vida. La realidad es inestable, temporal, histórica. En lugar de esa razón abstracta de racionalismo debemos reivindicar una ración también vital. La filosofía de Ortega reconoce la primacía de la vida aunque tampoco desprecia los éxitos de la razón. La vida para el filósofo es un puro actuar. El hombre está obligado a llenar su vida dándole un contenido personal, un proyecto. Pero la vida es la suma del yo y las circunstancias, no podemos elegir las circunstancias en las que vivimos ni despreciarlas, simplemente estamos inmersos en ellas. Las circunstancias vienen dadas por la realidad que se nos presenta, y por las creencias desde las que captamos nuestra perspectiva.
Ortega, a pesar de todo, no es contrario a la razón, puesto que toda critica humana ha de ser necesariamente racional. Lo que si criticó es el exceso de la razón y los racionalismos exagerados que omitían la importancia de las influencias socio-culturales. Tampoco criticó al vitalismo, sino la visión reduccionista que ofrece el vitalismo y la tendencia irracional. Ortega pretendió superar ambas tendencias, el irracionalismo que subyace en el vitalismo y la vision antropológica y limitada del racionalismo.